Una Torta Bomba para pensar el peronismo

Por María Celia Vázquez y Leandro Beier

¿Cómo que los pobres coman pan? Por lo menos pan dulce o hablemos
de buenas proteínas
Daniel Santoro

1. El Museo del Puerto. El ciclo «Del Aula a la Cocina»

El Museo del Puerto es una institución pública y comunitaria dedicada a la historia y el presente de Ingeniero White, puerto y pueblo de Bahía Blanca. Su trabajo tiene como base la implicancia con vecinos y trabajadores de la comunidad y la articulación a distintas escalas de los proyectos desarrollados: de la vida cotidiana a la historia del país y de ahí al mercado mundial. En ese sentido por ejemplo, un «repasador » de cocina se puede volver un objeto privilegiado de indagación: su rol específico en la práctica de cocinar, las historias personales que contiene (si fue un regalo o no, si recuerda a alguien, si es de colección), la información en su material (¿fue una bolsa de trigo antes y después se reutilizó?), sus vínculos con la industria nacional textil, etc. De este modo el museo se asienta sobre una perspectiva materialista de la historia recuperando el concepto de «totalidad»¹: se trata de pensar en simultáneo todas las relaciones sociales del presente habitualmente escindidas.

De acuerdo con esto también, el tiempo privilegiado del museo es el presente. En todo caso la historia es una herramienta para volverlo más denso, para pensarlo en una extensión mayor, pero su potencia, su mirada crítica, se mide sólo en tanto pueda intervenir en el hoy.

Uno de los espacios privilegiados del museo es la Cocina. Para el museo la historia empieza en el estómago, a partir de una comida un cuerpo se pone en funcionamiento y produce la historia. En la Cocina se indagan las prácticas de cocinar y comer, su pasado, su presente. Cada fin de semana cocineras barriales y grupos de trabajo (sindicatos, colectividades, etc.) traen sus tortas y las venden mientras también músicos populares tocan durante la tarde.

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La cocina también es un Aula. Funciona como espacio de encuentro entre docentes, alumnos, y por ejemplo, trabajadores portuarios, que cuentan sus condiciones de trabajo antes y después del ciclo de privatizaciones en el ámbito portuario.

Durante el 2015 el museo propuso un ciclo denominado «Del Aula a la Cocina» para el cual se convocó a una serie de docentes a que preparen una torta como recurso «didáctico». ¿Qué cuestiones supone esta propuesta?: En principio, que la historia se comprende y se discute no sólo a través de textos y discursos sino que se puede pensar a través de todos los objetos que nos rodean, porque la historia es concreta y material. Luego, que una torta supone un cuerpo que la hace, la comparte y otro que la va a comer, cuerpos en movimiento. Finalmente, que una torta supone un momento de encuentro y alegría y ese también es un modo posible de abordar la historia.

En el marco de esta iniciativa y en virtud de nuestra trayectoria en el estudio de la cuestión peronista, fuimos invitados a participar en ocasión del 17 de Octubre, Día de la Lealtad para los peronistas.²

2. Acerca de por qué una torta peronista incluye a Barthes y una cobertura de fondán naranja

Mientras pensábamos en el «armado conceptual» de la torta fuimos evaluando distintas posibilidades, por ejemplo, se nos ocurrió que podríamos apelar a algo parecido a aquello que Barthes define como «símbolo referencial», es decir, a un ícono emblemático del peronismo en el ámbito de lo comestible, como es el pan dulce; también pensamos en la opción de una torta cuya forma y estructura en capas/pisos superpuestos representara de un modo más o menos esquemático las fases históricas («los cuatro peronismos» de Alejandro Horowicz), pero finalmente concluimos en que nos interesaba antes que promover el reconocimiento de una imagen más o menos cristalizada, despertar una actitud interrogativa acerca de los dilemas que implica la inscripción simbólica del peronismo en el campo político y cultural de los últimos cincuenta años en la Argentina. Al optar por las disputas en torno a los sentidos que adquiere esa palabra para muchos maldita, primero invocamos el peronismo bajo la forma del litigio, luego actualizamos sus múltiples acepciones como un modo de advertir acerca de la imposibilidad de definirlo de un modo unívoco. En consecuencia, advertimos también que sería más adecuado pensar
en plural y hablar de peronismos.

Por consiguiente, para la elaboración de la torta ensayamos una especie de desvío de las representaciones clásicas y ortodoxas del peronismo, al rehuir tanto de la copia de motivos referenciales como de aquellos sentidos más obvios. Estrictamente, lo que quisimos fue abrir el campo de sentido, evocar los peronismos como un significante vacío mientras apelábamos a los diversos sentidos en disputa menos para reafirmar una identidad que para problematizar, poner en riesgo, incomodar. De alguna manera, podríamos decir (de nuevo con Barthes) que pensamos la torta como «un hojaldre de sentidos que siempre permiten subsistir al sentido precedente, como en una formación geológica, decir lo contrario sin renunciar a lo contradicho» (Barthes:57). En conclusión, si nos inclinamos por un significante vacío, no fue porque no estuviésemos dispuestos a reconocerle contenido a ese fenómeno político, social y cultural al que percibimos por demás complejo, sino porque, al hacer estallar la polisemia, quisimos asumir la ambigüedad que encierra el término «peronismo». De esa manera intentamos deconstruir el sentido unívoco de la identidad política y poner en crisis la marcada tendencia a usar el «peronómetro» como instrumento de medición de la lealtad al interior del movimiento peronista.

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Por otra parte, estaba la cuestión de la temporalidad en la que se fijaría nuestra perspectiva. No obstante hubiésemos podido optar por «quedarnos en el pasado» (por citar una frase célebre de un presidente ¿peronista?) y desde allí acudir a la memoria colectiva a través de los símbolos o emblemas peronistas, preferimos, en cambio, pararnos en el presente de la coyuntura inmediata, y dejarnos interpelar por aquellos dilemas políticos estrictamente contemporáneos, entre los cuales se distinguían los interrogantes que se abrían en torno al peronismo con la etapa final de la campaña presidencial. De ahí que, por ejemplo, decidiéramos que la cobertura de la torta fuese de fondán naranja haciéndolo coincidir con el color que identificó tanto la gestión como la campaña electoral de quien en ese entonces era el gobernador de la Provincia de Buenos Aires y candidato presidencial por el Frente para la Victoria, Daniel Scioli. Ya desde la superficie la torta interpelaba acerca de si el naranja era el color insignia con el que se identificaba el peronismo actual pero también acerca de si el sciolismo representaba el piso o el techo para las aspiraciones políticas y electorales del movimiento.

3. Listado de ingredientes y sentidos posibles de la torta

Con la torta horneada y decorada se abren nuevas líneas de sentido, cuyos significantes son los ingredientes, el volumen, la cobertura y el cotillón. Para su elaboración, la cocinera Paola Marino, primero eligió como materia prima una harina que se encontraba dentro del programa de «precios ciudados» promovido por el gobierno kirchnerista, luego se esmeró en el batido para que el bizcochuelo quedase alto y espumoso de modo tal que se pudiesen repartir porciones generosas entre los asistentes a la presentación. El resultado de esa manufactura laboriosa a la que denominamos «torta bomba» fue un bizcochuelo de chocolate enorme con abundante relleno de dulce de leche y merengue, cubierto por una gruesa capa de fondán.

Qué sentidos del peronismo se materializan en esa torta sustanciosa, elaborada con ingredientes hipercalóricos y con espeso relleno. En principio, los ingredientes seleccionados remiten a aquellas conquistas sociales del peronismo, o mejor, a eso que el artista plástico Daniel Santoro denomina «democratización del goce», en alusión al otorgamiento del derecho de los sectores populares a gozar de objetos y consumos más allá de los estrictamente necesarios para una supervivencia digna.

La conquista de ese derecho es el resultado de políticas impulsadas por el estado de bienestar social durante el peronismo que, cuando gobierna, promueve la movilidad haciendo de los pobres consumidores de clase media. El potencial revolucionario que según Santoro posee dicho movimiento consiste en la inversión de la lógica capitalista mediante la democratización del goce entendida como concreción, puesta en acto de aquella premisa de que a los pobres no hay que darles cosas de pobres, sino todo lo que les faltó en la vida.

Ahí hay un gesto muy revolucionario que, en algún punto, es el uso contra la naturaleza de la idea misma del capitalismo. El capitalismo no está para la democratización del goce, sino que crea una especie de pirámide a través del consumo, de los logros, de los triunfos, de los individuos, logra establecer una jerarquía de goces. Y el peronismo viene a cuestionar esa jerarquía del goce y dice: ‘Todos van a gozar». (Santoro, 2012) En línea con esta interpretación, la torta bomba elaborada con ingredientes calóricos, copioso relleno y vistosa cobertura es en sí misma un objeto de goce. Por consiguiente, se presenta como sinécdoque, como una parte de ese vasto conjunto de conquistas sociales alcanzadas por tod@s. Consecuentemente, se suma al variado repertorio de objetos que incluye desde la Ciudad Infantil hasta los chalecitos californianos. A su vez, como la torta es un objeto a compartir entre los asistentes al museo, su partición en porciones materializa la acción política de democratización, que podríamos sintetizar según el lema del gobierno kirchnerista, como «torta para tod@s».

Mientras que el peronismo aspira a que los sectores populares experimenten la felicidad que supone la posibilidad de deleitarse con platos sabrosos, como la torta, cuya degustación incita a «pasarlo bomba» (precisamente de esa búsqueda de bienestar depende el carácter excesivo de las políticas sociales impulsadas por los gobiernos peronistas), la izquierda marxista y trotskista, en cambio, se limita a la conquista del pan como un medio de saciar esa necesidad básica que es el hambre. En conclusión, la torta bomba, al mismo tiempo que en virtud de su desmesura se afirma como una conquista social peronista, se define como la contra imagen del pan y, por consiguiente, de aquellos sentidos de austeridad y frugalidad que le asigna la izquierda a las reivindicaciones sociales, según reza el estribillo de la canción popular española citada por Santoro: «cuando querrá el Dios del cielo que la tortilla se vuelva. Que los pobres coman pan y los ricos mierda mierda». Desde la perspectiva del peronismo, observa Santoro, la consigna de que los pobres coman pan es un horror, un castigo, una cosa espantosa: «No se hace una revolución, no se sacrifican generaciones para que los pobres solamente coman pan» (Santoro 2014).

Por otra parte, el dulce de leche, el merengue, el chocolate, el fondán son todos ingredientes pesados. En ese sentido la torta peronista es una torta antilight, de acuerdo con el imaginario social de los gustos populares. Por consiguiente, se contrapone a aquellos sabores, e incluso a la estética, característicos de la repostería gourmet, que se presume consumida preferentemente por aquella franja social más pretenciosa y con intenciones de parecer cool, esa misma que en los años cincuenta Jauretche estigmatizaba como «medio pelo» y «tilinguería». En definitiva, esta torta con relleno explosivo, antigourmet y antilight cae pesada como si fuese una bomba para el estómago; de ahí el nombre que le pusimos. De todos modos esto también supuso algunos problemas. El primero: si, al proponer una torta conforme al imaginario del gusto popular, no terminaríamos por reafirmar aquellas perspectivas del peronismo más dogmáticas que queríamos evitar, es decir, ¿no estaríamos exagerando, sobreactuando el carácter «plebeyo» del peronismo? El segundo ¿con tanto dulce de leche en el relleno no acabaríamos reforzando esa definición del peronismo como un fenómeno cultural estrictamente acotado a lo nacional y popular, o mejor, al nac and pop? En otro orden de cosas, el elogio de lo plebeyo también entra en crisis con la lógica impuesta por la democratización del goce según la cual los sectores populares querrían acceder a disfrutar de aquellas mismas cosas que disfrutan los de clase media. En síntesis, imaginamos que en la actualidad, la democratización del goce apuntaría al acceso a un paladar gourmet. Fernando Casullo observa a propósito de la gastronomía política en el contexto kirchnerista: En principio podríamos mencionar que la mesa servida kirchnerista fue en general menos plebeya y más classmediera. Los cambios más notorios en las costumbres alimentarias de estos años mostraron así una tendencia más caracterizada por
consumos propios de unos sectores medios en pleno proceso de expansión (algo similar a lo que se vivió en gran parte de América Latina). Efectivamente, dentro de un framework que abrevó mucho de una tendencia mundial de entronización pop de la gastronomía, los últimos fueron años donde nuestras limonadas se llenaron de jengibres, nuestras ensaladas de rúculas y nuestros guisos de cardamomos. El Kirchnerismo aire acondicionado resulta así la línea más consistente para pensar el período, con la capacidad de sectores medios bajos de poder probar bastante del consumo más sofisticado. Redistribución de la riqueza con Francis Mallmann haciéndonos un asado. Peronismo Nesspreso.

En conclusión evaluamos la posibilidad de reemplazar el dulce de leche identificado como «el invento argentino» por excelencia, casi como un emblema de la «argentinidad», por algún otro dulce más apropiado al gusto gourmet, por ejemplo, la mermelada de arándanos. Sin embargo, la materialidad terminó imponiéndonos sus límites: al consultar con Paola acerca de la posibilidad de hacer el relleno con esos dulces nos dijo que la torta se deformaría, que la capa de fondán no se sostiene si no es sobre la base de un relleno más pesado.

Asimismo el significante bomba de nuestra torta abre un campo de sentido que se extiende más allá de lo digestivo. Por un lado, la torta bomba cae pesada del mismo modo que cae pesada la historia del peronismo en la Argentina: para los sectores antiperonistas es indigerible, para los «del palo», imprescindible, para unos y otros, insoslayable. En definitiva, el carácter pesado que, gracias a sus ingredientes, literalmente posee la torta, se proyecta como alusión metafórica del peso que sin duda posee el peronismo en el contexto de la historia política argentina. Por último, el significante bomba tomado en un sentido literal sintetiza momentos clave de la historia del peronismo: el bombardeo de Plaza de Mayo que tuvo lugar, en junio de 1955, en el marco de las acciones destituyentes que antecedieron al derrocamiento de Perón, las bombas molotov arrojadas por la militancia obrera en el marco de la resistencia con el peronismo proscripto, y finalmente los atentados con explosivos que se adjudicó la organización Montoneros en el contexto de la lucha armada en la década del setenta.

4. El bestiario como cotillón

El cotillón se compone de cinco figuras: un león, un caballo blanco con pintas negras, un sapo, un pingüino y un gorila. Este conjunto de animales, cuya figuración se mueve entre la gracia y la monstruosidad, compone el bestiario peronista. Los dos primeros aluden, o para decirlo con mayor precisión, citan imágenes del repertorio iconográfico y discursivo de Perón. El caballo pinto evoca aquella foto emblemática que, si bien fue tomada en 1950, se impuso luego como «un póster eterno de unidades básicas y sindicatos», en la que se retrata al Presidente Perón erguido sobre su caballo, en ocasión de encabezar un desfile en conmemoración del Año Sanmartiniano. El león, en cambio, remite a esa metáfora zoomórfica mediante la cual Perón se alegoriza para definirse como «un general pacifista, algo así como un león hervíboro», en alguna de las últimas entrevistas previas a su regreso al país en 1973. Al traer a colación la imagen del león hervíboro quisimos reponer esa lengua retórica saturada de ocurrencias que se identifica con el habla política de Perón.
La figura del sapo a su vez remite al refrán popular al que también hizo referencia Perón, según cita Horacio González, «la actividad del político consiste en tragar un sapo todos los días». Se integra en su condición de animal fabulesco a la «zoología fantástica de las acciones humanas» (González:348). Como observa González en los discursos de Perón «El león y el sapo son los extremos de la vida moral, el primero con su fuerza nobiliaria y el segundo en su clonesca torpeza huidiza. Al definirse la política por lo alto, se pide un estadista firme, pero moderado, al definírsela por lo bajo, se acepta la ingestión de lo desabrido o lo repugnante» (348). El pingüino, en cambio, evoca con un sentido menos metafórico que referencial a ese presidente electo que llegó a gobernar el país después de la crisis del 2001, desde el Sur de la Patagonia. Finalmente, el gorila representa el epíteto injurioso mediante el cual los peronistas designan a sus adversarios antiperonistas.

Más allá del sentido que posee cada animal en particular, el cotillón interpretado en su conjunto, visto como bestiario sugiere otra injuria, en este caso, lanzada por los antiperonistas: el aluvión zoológico. Al hacerlo, pone en escena la nominación de lo otro como una cuestión clave en el contexto del primer peronismo. Durante las décadas del cuarenta y cincuenta, se constata una proliferación de nombres (la lista incluye desde «turba ensoberbecida» hasta «horda de desclasados», «malevaje», «chusma», «populacho», «cabecita negra») que apuntaban a designar ese hecho innombrable que representó la irrupción de los sectores populares y trabajadores en la escena pública, para la burguesía y las clases medias (representadas bajo un amplio espectro político que se extiende desde los conservadores al socialismo).

Aquello sustraído del lenguaje, lo innombrable del peronismo convoca al animal o al monstruo. Según la observación de Paola Cortés Rocca, el matiz despectivo que posee la imagen del «aluvión zoológico» procede de esa figuración animalizada o monstruosa mediante la cual se «señala que la clase popular solo puede representarse y concebirse como pura corporalidad» (Cortés Rocca: 186). Pero si apelamos a aquel epíteto es para distanciarnos irónicamente de esa interpretación que estigmatiza a los peronistas como monstruosa desfiguración del cuerpo popular. Lo que quisimos poner en escena es menos la perspectiva del otro que el mecanismo de apropiación de la voz por parte de los injuriados como recurso de inversión irónica. Esa autorreferencia como bestias remite a su potencial político disruptivo en lugar de afirmar el carácter animal, no racional, que pretenden asignarle sus detractores.

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5. Repartir la torta

El día de la presentación de la torta en el museo, se invitó a vecinos de la comunidad, profesores de la universidad, estudiantes, etc. Repartir y comer la torta también implicó un debate. Para una colaboradora de la asociación de Amigos del Museo del Puerto, el peronismo «es uno y se va adaptando». Otra vecina recordó con emoción que había pasado parte de su infancia en un orfanato y cuando llegó el peronismo cambiaron las comidas en el lugar, más abundantes y variadas. Un sindicalista planteó a su vez que al cotillón le faltaba «un camaleón y una yegua». Cada uno de los participantes se llevó a su vez una «servilleta conceptual» donde se planteaban los interrogantes que disparaba la torta bomba en relación con el peronismo.

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¹ En 1923 el marxista húngaro György Lukács en su libro Historia y Conciencia de clase, postulaba que lo definitivo del Materialismo Histórico no era su énfasis en lo económico sino en la totalidad.

² Leandro Beier es Licenciado en Letras; actualmente se desempeña como Director del Museo del Puerto. Ha estudiado el peronismo clásico, especialmente, la figura de Eva y las lecturas críticas de La razón de mi vida. María Celia Vázquez se desempeña como Profesora titular de «Teoría y crítica literaria I». Cuenta con una vasta trayectoria en el estudio de los debates intelectuales en el contexto del peronismo de los años cincuenta.

Bibliografía

– Barthes, Roland (1982). Lo obvio y lo obtuso. Imágenes, gestos, voces. Barcelona, Paidós, 1986.
– Casullo, Fernando (2015). «Hacia una gastronomía política del kirchnerismo» [en línea]. – – – Revista Panamá. Buenos Aires. Consultado el 22 de febrero de 2016 en http://panamarevista.com/hacia-una-gastronomia-politica-del-kirchnerismo/
– Cortés Rocca, Paola (2010). «Política y desfiguración: monstruosidad y cuerpo popular», en Claudia Soria, Paola Cortés Rocca, Eduardo Dieleke, editoras.
– Políticas del sentimiento. El peronismo en la construcción de la Argentina moderna. Buenos Aires: Prometeo, 181–196.
– González, Horacio (2007). Perón: reflejos de una vida. Buenos Aires: Colihue.
– Santoro, Daniel (2012, 8 de diciembre). «El peronismo nos constituye culturalmente» Entrevista a Daniel Santoro [en línea]. Tiempo Argentino. Consultado el 20 de febrero de 2016 en http://tiempoargentino.com/nota/19353/el-peronismo-nos-constituyeculturalmente
– (2014, 29 de diciembre). «Peronismo y goce: un diálogo con Daniel Santoro sobre
Lacan y Evita» [en línea]. Pájaro rojo. Consultado el 20 de febrero de 2016 en
http://http://pajarorojo.com.ar/?p=11810
– Vázquez, Pablo Adrián (2014).«Perón y su caballo pinto» [en línea]. Consultado el
22 de febrero de 2016 en http://chubutparatodos.com.ar/2014/01/02/peron-y-sucaballo-
pinto-por-pablo-adrian-vazquez/

Este texto fue publicado en Nano−intervenciones con la literatura y otras formas del arte. Analía Gerbaudo e Ivana Tosti (editoras), Universidad Nacional del Litoral. Facultad de Humanidades y Ciencias, 2017. Libro digital, PDF.


María Celia Vazquez vive en Bahía Blanca. Magister  en Letras, docente de la Universidad Nacional del Sur de la cátedra de Teoría y Crítica Literaria I. Tiene editadas numerosas publicaciones y coordina distintos proyectos de investigación. Uno de sus objetos de estudio privilegiados es el peronismo en tanto problema y la construcción de modos heterodoxos de abordarlo.

Leandro Beier vive en Bahía Blanca. Licenciado en Letras. Director del Museo del Puerto.


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